martes, 1 de diciembre de 2020

El Monasterio Esperautano,


 

    El punto de partida para entender el tema debe situarse en la invasión bretona del siglo VI y la expansión del Monasterio de Máximo. Estos bretones llegaron al norte de Galicia y Asturias, estableciendo el monacato celta y desarrollando formas políticas con una cierta identificación entre el poder político y religioso. Algunos autores han justificado esta identificación en la estructura tribal celta primitiva y la importancia de los jefes religiosos o druidas en la dirección del grupo. Sea como fuere, en los textos Ytacianos y los viejos parroquiales, la sede Britania incluía las iglesias desde Buscas hasta Torrentes y de Occova hasta Theella. Inicialmente, la sede Britonia no era una sede normal. Sus priores no estaban vinculados a ningún palacio que impusiera la autoridad de un obispo. En lugar de un palacio, había un monasterio, y en lugar de un prelado, un prior. El monasterio se llamó de Máximo y fue célebre con ese nombre. El prior también era obispo, aunque no siempre se consideraba imprescindible siempre que estuviera acompañado por personas piadosas y sabias para sus decisiones y órdenes. En el año 461, a mediados del siglo V, Mansuetus ya firmaba con su cargo en el Concilio de Tours como Mansuetus. Luego, consta en sus actas como Episcopus Britannorum. Este obispo era un bretón de la primitiva Armórica, diferente de los que llegaron posteriormente durante el siglo V, a los que nos hemos referido antes. Las personas que llegaron a Galicia desde la Bretaña insular lo hicieron mucho más tarde, alrededor del año 530. El Códice Emilianense de la Crónica de Albelda aún menciona a Villania de Britonia como una de las sedes de Galicia. Por lo tanto, estos monjes de Britonia estuvieron más de tres siglos bajo Ribadeo, cerca del límite de Asturias, para predicar a Cristo y establecer centros de perfección benedictina en cualquier rincón de sus campos asturianos y gallegos donde se les presentara la oportunidad. La increíble popularidad que alcanzaron estos monjes por su dedicación fue expresada por Polanio, abad del Monasterio de Pedroso, quien en ese momento proclamaba la excelencia del Monasterio de Máximo: “Recordad, hermanos, que estos monjes son como los ángeles de Dios. Visten solo un saco, pero llevan sobre sus hombros el Reino de los Cielos en la tierra”.


 


Con la llegada de la regla de San Benito en toda Europa occidental, se sistematiza la organización de estos primitivos eremitorios celtas y la organización religiosa. En el Parroquiale Suevo, objeto de estudios críticos sobre su autenticidad, se menciona: Al monasterio de Máximo corresponden las iglesias en los grupos bretones y en Asturias. Y que en Asturias están. En el artículo de C. Cabal, “Un nuevo punto de vista de la fundación de la Ciudad, Oviedo Año XV Boletín del Instituto de Estudios Asturianos en centenario de la Fundación de Oviedo”, se explica la expansión de la comunidad monástica bretona mediante un acuerdo entre las comunidades gallegas y asturianas que resisten la invasión musulmana. Al parecer, el Rey Silo poseía importantes tierras en la región de Galicia donde se concentraba esta comunidad monástica. También es en este periodo, tras las primeras incursiones musulmanas, cuando la comunidad comienza a recuperar sus posiciones iniciales, lo que lleva a una confrontación de intereses que, como veremos, sustentan las bases del incipiente Reino Astur.

 

    El Rey Silo viajó a Galicia para someter a las poblaciones que deseaban separarse del único poder político cohesionado existente hasta entonces. También la unidad religiosa en el pequeño reino que surgió con la fuerza de sus montañas contra las invasiones desde las tierras conquistadas, era una necesidad ineludible para la seguridad. Al llegar Silo a su coto en Lucis para organizar sus asuntos, siendo el abad elegido Esperauta, se presentaron los presbíteros Pedro Avito y Valentino, acompañados por dos conversos, Lubino y Aleuto, quienes abandonaron recientemente sus devociones paganas. Durante estas negociaciones, a cambio de su apoyo en tierras lucenses, el abad Esperautano pidió a don Silo que les concediera tierra para fundar un monasterio y trabajar en común. El monarca asturiano accedió y localizó la tierra entre el Juve y el de Massena (Eo y Masma), mencionados. El primer abad, Esperauta o Esperautano, forma que se utilizó igualmente con Fromistano y Frómista, el primer abad de San Vicente de Oviedo, el mismo monasterio del que tomó el nombre. Se cuenta que los monjes que habitaban el Monasterio de Máximo llegaron a ser tres mil. No cabe duda de que don Silo los favorecía en sus planes, y así, cinco años después de donar sus tierras cerca del Eo para la fundación por Esperautano, se procedió a la fundación de un nuevo monasterio. Adelgarter, que se dice hijo de Silo en Obona, fundó en el mismo Ovona otro instituto de monjes benedictinos. La fundación se realizó en el año 780, y solo un año después, en 781, Fromestano llegó a Oviedo con un grupo de monjes que establecieron los cimientos de la ciudad. Los benedictinos realizaron una labor inmensa en Asturias y Galicia, cuyo testimonio elocuente es la dedicación de numerosos lugares a San Martín de Tours, un santo admirado por los monjes. Entre estos lugares se encuentran San Martín de Mondoñedo, San Martín de Durmió, San Martín de Pesoz y San Martín de Cornellana. También existía un San Martín en Salas, otro en Siero, uno en Collera, otro en Besulio y otro en San Martín de Oscos. San Martín fue nombrado patrón de numerosas iglesias, especialmente entre el Miño y el Mondego, donde ocupa el primer lugar como patrón, solo superado por Nuestra Señora. Sin duda la colaboración entre el poder político astur y estos monjes de ascendencia bretona, fue fundamental para el inicio y desarrollo del reino Astur, agrupando a los habitantes en pequeñas comunidades.

    Un misterio que sigue hoy en día sin resolver, es el lugar de construcción del monasterio de Esperauta. El abad al que el rey Silo otorgó los terrenos y propiedades entre el Eo y el Masma, para que rezaran por su alma aún se encuentra en la niebla del misterio. Silo conoce el lugar donado, describiéndolo con detalles propios del que ha recorrido muchas veces los rincones, caminos y rios. Es una donación llena de sentido práctico y de trascendencia. Importa y mucho como la población sigue fiel a las enseñanzas y credos de la incipiente iglesia de la reconquista. La obra de San Martin de Dumio (obispo de Braga) y de su discípulo San fructuoso del Bierzo tendrían mucha importancia tanto en la creación y fundación de monasterios como el asentamiento de las reglas monásticas de aquella época, donde los cenobios eran de tipo familiar.

     Así pues nos encontramos en la necesidad de asentar la población y de reconducir las almas de sus habitantes muy ligados a los cultos ancestrales celtas y precristianos.

     Muchos son los misterios que envuelven esos oscuros años en donde el monasterio de Esperauta tanto trabajó por la fe, fundando numerosas iglesias y santuarios, Dada la importancia que tuvo que tener en esa época, es extraño tener tan poca referencia escrita de la existencia del citado monasterio. No queda edificio ni rastro alguno de los muros de la comunidad de monjes. Solo algún vestigio en algún escrito citándolo y algún otro en piedra que quizás sea revelador, y que en el futuro dará luz en un libro sobre los personajes que envolvieron ese monasterio. Celtas, romanos, suevos, visigodos...han estado presentes en el lugar dejándonos pistas de lo que buscamos. Silo solo nos ha vuelto a recordar cual es verdadero tesoro con su diploma. LA CULTURA.


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