jueves, 17 de junio de 2021

EL CAMINO DE ESPERAUTA.

    La llegada de los musulmanes en el 711 no parece haber dejado muchas huellas en el norte de Galicia. Tras asolar Lugo, avanzaron hacia Asturias, destruyendo a su paso la sede britoniense. Los primeros monarcas asturianos protegieron ese flanco occidental sometiendo a los habitantes y pactando el vasallaje de los grandes señores, propietarios de las tierras del noroeste gallego.

    La conexión con la vía Asturica Augusta y Lucus Augusti fue vital para la expansión de los reyes de la Reconquista. Al trasladar la sede de Cangas de Onís a Pravia, se movió el eje de la Reconquista, controlando el flanco por donde las incursiones musulmanas se sucedían descontroladamente, además de afianzar territorialmente un espacio, el gallego, que tomaría vital importancia en la creación del Camino de Santiago. Ese control del espacio occidental favoreció la entrada de órdenes religiosas, como la de San Fructuoso, muy activas ya en la zona berciana y en los Ancares. Los monarcas consideraron fundamental para el control territorial el asentamiento de monasterios, centralizando los oratorios y cenobios, muy abundantes en esa época, pero de ninguna orden adscrita. La zona entre el Eo y el Masma corresponde a un espacio territorial donde el monarca Silo cuidó de seguir con la estructura abad/bretona como diócesis, donando los terrenos a un abad llamado Sperauta, quien probablemente tenía más monasterios adscritos a la orden fructosiana en la comarca de Triacastela y del Bierzo.

    En el Liber Itacci, que se refiere a la división de los obispados según la división de Wamba, se menciona que en relación con la diócesis de León se encuentran los siguientes territorios en Galicia: “infra fines Galletiae… Tria Castella, Urtures, Dauncus, Cancellata, et Nuiam…”. Todos estos territorios, mencionados en el documento, fueron otorgados por el rey Ordoño II a la diócesis de León junto con los terrenos de la costa lucense. En un documento del año 916, se asignan a la diócesis de León las iglesias lucenses de Valcarcel, Balbona, Tria Castella, Cervantes, Navia, Virico, Arbosola, Soarna, Travesos de Fraxino, Ibias Ambas, Ansegos y Neiro. Pertenecieron a la diócesis de León tanto las iglesias entre el Eo y el Masma como las de Triacastela.

    La sucesiva conquista de tierras por parte del monarca Silo en las tierras lucenses permitió la entrada de esta orden y de los abades adscritos a ella.